Dicen que había un hombre que se
llamaba Miseria y era herrero. En una de esas, rodeado de su pobreza,
le aparecen dos viajeros con un burro desherrado (eran Nuestro Señor Jesucristo
y San Pedro); Miseria, que de tan pobre no tenía ni metal para hacer las
herraduras, fundió pavas, utensilios y algunas joyas que tenía y le hizo las
herraduras para el burro, una vez herrado el animal, el Señor le dice:
- Por tu abundante generosidad, te doy la posibilidad de pedir 3 deseos,
los que quieras -
En ese momento San Pedro le dice al oído: - pide el Reino de los Cielos,
pide el Reino de los Cielos -
Disgustado Miseria lo aparta y dice: - deseo que todo el que se siente en
la silla quede pegado hasta que yo quiera -
- ¿Estás seguro?, dijo Jesús... entonces, concedido; ahora pide tu segundo
deseo -
San Pedro volvió a insistirle al oído:
- pide el Reino de los Cielos,
pide el Reino de los Cielos ... no seas necio!!! -
Miseria lo desoye y dice: - quiero que
todo aquel que suba a mi nogal no pueda bajar hasta que yo lo permita -
Concedido el segundo deseo, el Señor le
dice: - pide tu tercero y piénsalo bien, mira que es el último -
San Pedro insiste vehementemente: - pide el Reino de los Cielos, pide el
Reino de los Cielos ... por favor!!! -
Y Miseria pide su tercer deseo: - todo
aquel que entre en la cigarrera allí quedará mientras sea mi antojo -
Concedido el tercer deseo ambos
viajeros se fueron.
Miseria quedó solo con su pobreza, y
con el tiempo su vida empieza a acabarse. Estaba en la cama cuando llega el
diablo Carboncillo y le dice: - Miseria, te vengo a llevar al infierno... tu
tiempo terminó - ; asustado Miseria le responde: - al menos deme tiempo que me vista,
mientras tanto espere sentado en esa silla - .
Al llegar Miseria bien emperifollado,
Carboncillo intenta levantarse, pero estaba pegado a la silla; el viejo empieza
a reír al recordar el deseo, entonces le dice: - si quieres salir de la silla,
deberás darme riquezas y mucha vida -; al verse doblegado, Carboncillo le
concede el deseo y huye despavorido.
Pasaron los años y Miseria derrochó sus
riquezas y vida, y cuando estaba en el lecho de muerte, vuelve Carboncillo,
esta vez con dos laderos.
- Vamos Miseria, tu tiempo llegó y ni
pienses que te espero sentado en la silla. El anciano les dice entonces: -
Mientras me pongo pituco, pueden comer unas nueces del árbol -; los diablos
subieron y se empacharon del fruto del nogal... pero al intentar bajar no podían...
y Miseria se retorcía a las carcajadas: - si quieren bajar del árbol, me darán
muchos años de vida y ser el hombre más rico de la tierra -
- ¡Concedido!, ¡concedido! dijo
Carboncillo apabullado...
Así volvió a gastar Miseria su dinero y
tiempo. Ya en el lecho de muerte, el mismo Mandinga le dice a Carboncillo: -
¡esta vez iré yo, ustedes son unos inútiles! -
Así llegó el mismo Zupay a buscar al
viejo pícaro. - Vamos Miseria, esta vez nada de sillas ni árboles, soy el mismo
Mandinga -
- Si fueras Mandinga, no tendrías
problema en convertirte en hormiga... vos y tu ejército de diablos - , dijo
Miseria...
- ¡Claro que no! - dijo el diablo y se
convirtió él y sus seguidores en hormigas.
- Y seguro ni podrás entrar dentro de
esta cigarrera con todas tus hormiguitas - replicó Miseria...
Así entró el diablo y sus diablos en la
cigarrera; entonces tomó Miseria un garrote y empezó a darle con furia.
Totalmente apaleados los diablos, Mandinga empezó a gritar que le concedería
fama, fortuna y poder por mucho tiempo, a lo que Miseria accedió; así salieron
disparando los diablos garroteados.
Pasó el tiempo y al fin murió el
anciano. Entonces comenzó su periplo y fue al cielo, en donde San Pedro le dijo
al verlo llegar: - ni sueñes que vas a entrar aquí, yo te di varias oportunidades
para elegir el cielo y no aceptaste...-
Luego, al pasito descansado bajó al
infierno. Desde lejos nomás lo vio llegar el vigía y empezó a los gritos: -
¡viene el viejo que nos garrotió! -; los diablos cerraron el infierno y
salieron disparando...
Desde ese mismo día es que la Miseria
anda por el mundo